jueves, 21 de julio de 2011

¿Quién Podrá defendernos


 

  POR : Lic. Eilyn Beltrán Soto
 
Recientemente el Poder Ejecutivo promulgó la ley No. 139-11 “Ley para
aumentar los ingresos tributarios y destinar más recursos a la
educación”, en lo adelante “la ley”, mejor conocida como “El Paquetazo
Fiscal” adoptando una serie de medidas impositivas que impactan a la
población en sentido general. Sin embargo, al ver la realidad que se
vive en los barrios marginados de las ciudades y los pueblos de
nuestro país y el estado deprimente, lastimoso y preocupante en el que
viven, nos hace pensar que nuestros gobernantes nos tienen “mal
acostumbrados” a adoptar medidas sin que reaccionemos ante ellas.
 
A continuación nuestras consideraciones sobre el impacto de estas
medidas en la juventud:
 
La iniciativa de la promulgación de la ley nace a raíz del déficit
fiscal generado por el descontrol del gobierno en el gasto público y
ante los requerimientos del pacto firmado con el Fondo Monetario
Internacional en el año 2009, sin embargo, nuestras autoridades le
agregan como elemento de “justificación” que parte de estos recursos
serían destinados al sector educación dado los constantes reclamos de
la sociedad.
 
Lo cierto es, que gran parte de estas medidas, como son: el impuesto a
las empresas, el impuesto al 1% de los activos bancarios y el Impuesto
a las Zonas Francas, impactan de manera directa a uno de los sectores
mayoritarios de la población: la juventud.
 
Según lo establecido en el artículo 10 de la ley, se establece un
incremento de un 25% a un 29% del Impuesto Sobre la Renta (ISR), lo
que sin lugar a dudas incrementará los costos operativos de las
empresas, trayendo como consecuencia el aumento de los precios para
poder compensar la carga tributaria, la no contratación de personal y
la reducción de la nómina en busca de disminuir costos, aumentando sin
lugar a dudas el nivel de desempleo e incrementando las adversidades
de los jóvenes que recientemente intentan ingresar al mercado laboral.
 
El artículo 11, establece un impuesto de 2.5% a las ventas de las
zonas francas en el mercado local, agravando la situación de un sector
que ya venía decreciendo desde hace varios años y de reconocida
importancia para empleo juvenil.
 
Por otro lado, el artículo 12 de la ley, establece un impuesto de un
1% a los activos financieros productivos, esto es, a todos los
préstamos otorgados por la banca privada, lo que hace presumir un
aumento de las tasas de interés de los préstamos de manera
proporcional. Esto sumado a la política restrictiva que se ha venido
implementando en el primer semestre de este año, y que desde ya ha
generado incrementos de de las tasas de interés, elemento que afecta
el presupuesto de una gran cantidad de jóvenes dominicanos; incremento
que a decir de reconocidos economistas podría alcanzar hasta 9 puntos
porcentuales en diciembre de este año.
 
Esto quiere decir, que una persona que en enero de este año tenía una
cuota de RD$10,000.00 mensuales podría terminar pagando en diciembre
del 2011, entre RD$14,000.00 y RD$15,000.00.
 
Este incremento en las tasas de interés afecta no solamente a los
jóvenes que tienen el privilegio de acceder a préstamos hipotecarios,
para vehículos y de consumo; sino también a aquellos jóvenes que la
única forma que tienen para desarrollarse profesionalmente es mediante
el crédito educativo.
 
Con esta reforma fiscal, que por demás, llega en un momento
inadecuado, dado el aumento experimentado por los precios de los
combustibles, los pasajes, los artículos de primera necesidad y la
tarifa eléctrica para que ellos que han logrado su independencia,
reduce considerablemente las posibilidades de desarrollo de los
jóvenes dominicanos.
 
En síntesis la aprobación de la nueva reforma fiscal trae consigo más
desempleo, aumento de los precios en sentido general, aumento de las
tasas de interés y el incremento de la falta de oportunidades de
muchos jóvenes con deseos de superarse, crecer y desarrollarse, viendo
tronchadas sus esperanzas en un Estado que les da la espalda, con un
modelo político y económico que luce viejo, cansado y sin
oportunidades.
 
Ante esta situación ¿Quién podrá defendernos?

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